martes, 29 de diciembre de 2009

Espectadores de deporte de base? O esperadores de futuras estrellas?

De todos los actores que hacen y deshacen en el deporte de formación, los padres y madres solemos recibir las críticas más feroces. Desde esta tribuna desgranaré tipologías de actores considerando, desde mi humilde punto de vista, lo que aportan de bueno y lo que se debería corregir. Hoy toca padres y madres. Sin padres y madres no hay hijos ni hijas, no hay cuotas, no hay coches, ... en definitiva no hay algunas de las cosas que permiten desarrollar la formación, los entrenamientos y la competición con unos mínimos de calidad. Es cierto que se necesitan muchas más cosas, pero convendremos que madres y padres somos imprescindibles.

Si hemos de actuar hay que hacerlo lo mejor posible, procurando sumar el máximo y restar el mínimo. Comenzaré por nuestra incidencia directa sobre ellos: cómo los introducimos en el mundo del deporte y qué proyecciones hacemos. A menudo proyectamos sobre hijos e hijas la visión del deportista de élite que llevamos dentro, sin pensar que nosotros no hemos llegado y que, por tanto, es posible que los trasladamos nuestra frustración. Sería mejor acercarlos al deporte por los beneficios que aporta su práctica: tener un mejor dominio del cuerpo, tenerlo más sano y fuerte ... Hay muchos aspectos que determinan que es bueno hacer deporte. También convendría no forzar la práctica de un deporte sin conocer las aptitudes de cada niño o niña. Claro que aquí los inputs que reciben por parte de todos hacen que fútbol, baloncesto, tenis e incluso la F1 sean los que más llaman la atención. Sin embargo, no todos los niños y niñas tienen la morfología adecuada para practicar estos deportes. Si dispusiéramos de un sistema educativo que fomentara la práctica del deporte de forma profesional y diversa, probablemente tendríamos una base de deportistas más amplia y plural.

No todos los niños y niñas tienen la misma capacidad competitiva, ni los mismos valores de liderazgo y trabajo en equipo. Hay que ser exigentes en el compromiso con escuelas y clubes, pero a partir de ahí motivar a niños y niñas por encima de exigencias en forma de resultados, lo cual no quiere decir que no los hacemos competir. El deporte es en esencia competitividad, pero hay competiciones para todos los niveles y cada individuo tiene sus topes. Sería interesante no sobrepasar nunca el límite que hay entre el reto alcanzable y la motivación que conlleva y las metas que, por inalcanzables, resultan frustrantes. Lo más importante es que disfruten del deporte, del esfuerzo, y también, de vez en cuando, del resultado. No siempre se gana y aprender a enseñar esto también forma parte de nuestra victoria.

Los aspectos indirectos, aquellos que nuestros hijos e hijas perciben de nuestras actuaciones frente a terceros-árbitros, entrenadores, rivales, compañeros ...- merecen un capítulo específico. Intentaremos que sea el siguiente.

Me gustaría ver cada día más niños y niñas haciendo más deporte y más disciplinas deportivas. Y que todos y todas lo hicieran con ilusión y si puede ser con una sonrisa. Que los haga profundamente felices practicar su deporte. Creedme que todo el mundo, especialmente las generaciones futuras, disfrutarán en unas sociedades más dinámicas y sanas. Y espero que Terrassa sea un puntal. Estáis conmigo?


Manel Casas Duarte
Director General Management y Asistencia Técnica a Entidades (MATE)

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