martes, 2 de diciembre de 2008

El calvario de Kenny Green

Quiero poneros una noticia que sale en el Correo Digital sobre la situación que está viviendo el ex jugador de Baloncesto Kenny Green. Desde M41 queremos mandarle nuestro apoyo.


"Kenny Green está perdiendo el partido más importante de su vida. Es un 'sin papeles' desde marzo y encima, en un país extraño. El que fuera puntal del baskonismo durante tres campañas (1994-97) sobrevive a duras penas en Qatar, un pequeño estado del Golfo Pérsico. Solo, sin dinero ni morada, escondido. Tiene vetada su salida hasta que reponga 200.000 dólares (158.000 euros) a un banco de Doha, que se los prestó para costear un tratamiento contra el cáncer de su madre. Desempleado, con su familia al otro lado del globo y también en una situación económica de lo más precaria, el que fuera uno de los mejores saltarines de la ACB se siente «desesperado».
¿Cómo puede caer por este precipicio alguien con una trayectoria tan sólida en el baloncesto europeo? La mala gestión de sus ahorros, la angustia por la enfermedad de un familiar directo y el escollo de vivirlo en tierra desconocida le han tumbado. No es que le saliera mal, es que era imposible que le ocurriera algo peor.
Su desventura nació en 2005 cuando, ya retirado, decidió probar como entrenador. Recibió una oferta del As Sadd qatarí, uno de los clubes más fuertes de aquella región. Arriesgó e hizo las maletas. Permaneció en Doha, capital de un estado conocido por sus reservas petrolíferas y su flota pesquera, durante casi tres temporadas.
En medio, a su madre le diagnosticaron un cáncer de colon y otro de pulmón. El ex azulgrana, alarmado ante la nefasta noticia, se informó sobre los mejores especialistas mundiales. «Vaya a Suiza», le aconsejaron. Green solicitó entonces un préstamo personal a un banco qatarí. Por desgracia, aquel esfuerzo económico sirvió de poco. Su progenitora murió pocas semanas después.
A partir de ahí, su vida se torció. Sin previo aviso, los responsables del As Sadd prescindieron de sus servicios el pasado mes de febrero. De repente se encontró sin ingresos, al tiempo que las facturas se agolpaban en su buzón. «Pedí ese dinero porque sólo quería lo mejor para mi madre y lo único que he logrado ha sido poner en la cuerda floja a mi familia y a mí mismo», explica desmoralizado a través del correo electrónico desde un 'cibercafé' de un suburbio de Doha.
Y es que su coyuntura ahora mismo apunta fatal. O abona pronto los 200.000 dólares o ingresará en la cárcel. «Sus responsables ya me han avisado de que moverán todos los resortes jurídicos para que acabe en prisión si no les pago ya», lamenta.
Sin ayuda de su embajada
No le queda otra. A los pocos días de sellar su vínculo con su ex equipo compró un billete de vuelta a los Estados Unidos, donde le aguardaban su mujer y sus tres hijos, Titi, Junior y Makayla Jay. A la hora de embarcar, las autoridades le retiraron el pasaporte y le obligaron a dar media vuelta. Mientras no saldara su deuda no saldría del país, le advirtieron. «Pedí ayuda a la embajada estadounidense, pero lo único que me respondieron es que recurriera a un abogado. ¿Cómo iba a hacerlo si no podía pagarle?», se pregunta en voz alta.
Aparte de dedicarse al baloncesto, Green -criado en una familia de escasos recursos- ha desempeñado decenas de trabajos, por lo que buscó un empleo en Doha. Tampoco sirvió. De hecho, se vio engullido en una peligrosa espiral. Sin papeles nadie le contrataba. Sin dinero, el amparo legal pasaba a quimera. Se había convertido de la noche a la mañana en un vagabundo. Su familia tampoco podía enviarle dinero, ya que «nuestra situación económica no es ni mucho menos boyante. Si no regreso pronto no podremos pagar la hipoteca de nuestra casa y ellos acabarán en la calle».
Desesperado, el que fuera integrante de las plantillas que levantaron la Copa del Rey de Granada (1995) y la Copa de Europa 1996) trata de sobrevivir mientras reza por un milagro. «A veces paso hasta cuatro días sin comer», comparte. Las noches las ha cubierto en decenas hoteles, pensiones y edificios abandonados. Siempre la misma mecánica. Se registra, promete pagar en unos días y desaparece cuando las demandas del personal se tornan continuas.
«Hoy -por ayer- me han dado un toque serio en el sitio donde estaba hospedado, por lo que los próximos días tendré que buscarme la vida en algún edificio abandonado», describe con una crudeza desalentadora. No será la primera vez. Todo indica que tampoco la última.
Aparte del problema del alojamiento y la manutención, se cierne la amenaza de que la Policía le detenga en cualquier momento. Sólo se deja ver cuando acude a algún 'cibercafé' o conecta su móvil. El resto del tiempo es un fantasma de 203 centímetros."
Millie Soria, esposa del preparador Manel Comas, conoce a la perfección el calvario del deportista. En contacto permanente tanto con él como con su esposa, expone que «hay que comprender que está al límite porque no ve solución alguna».
Preocupación en el TAU
Los ecos de su desesperado trance han llegado ya a Europa, donde recolectó galardones individuales y colectivos durante la década de los noventa. Algunos antiguos compañeros han tratado de reunir dinero, aunque la iniciativa no terminó de cuajar. Sólo Jorge Garbajosa, ahora enrolado en el Khimki y que le envió 3.000 euros, y el matrimonio Comas le han echado un cable. En el Baskonia, la noticia les ha pillado de improviso y su cúpula ya estudia este angustioso caso.
Mientras tanto, Green, ese jugador que vivía por encima del aro pese a jugar con una pierna, ruega ayuda. Asustado, escondido y a miles de kilómetros de su hogar maldice su mala suerte y cruza los dedos. «No os podéis imaginar lo asustado que estoy».

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